domingo, 15 de noviembre de 2015

POR UN PLATO DE COMIDA

Génesis 25: 29-34 relata el diálogo entre Jacob y Esaú: Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado,  dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.

El primogénito era el que asumía el liderazgo de la familia, de las propiedades, de toda la historia y significancia del apellido del padre muerto.

Jacob hizo un pacto con Esaú quien le vendió la primogenitura y por lo tanto el derecho a la bendición de Abraham, por un plato de comida. Su menosprecio fue extremo porque no se vende barato algo tan valioso. La Palabra dice que éste venía cansado del campo pero no es excusa para su actitud de regalar esa poderosa en importante herencia. 

Ten cuidado con aquello que haces cuando estás cansado. No se ministra o aconseja así. Tampoco hablen o decidan cuestiones importantes con tu cónyuge al final del día cuando ambos están agotados. El cansancio incluso baja las defensas del cuerpo y nos debilita, por lo tanto descansa y está fresco para tomar sabias decisiones. 

Hebreos 12:15-17 nos describe el carácter de Esaú: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.

Este pasaje describe el carácter profano de Esaú. La palabra “profano” significa “sin Dios”, o sea que niegas a Dios cuando menosprecias Su gracia y  bendición. Cuídate de no ser profano porque luego no habrá llanto ni lamento que te devuelvan lo que has negado. 

Menospreciar significa “apreciar de menos” y no podemos restarle valor a ninguna bendición que recibamos del Señor. No menosprecies la salvación que has recibido, tampoco hagas de menos la bendición económica que quiere darte, porque Jesús se hizo pobre para que fuéramos enriquecidos. Trabaja con dedicación y esfuerzo porque Él quiere prosperarte y compró el derecho de hacerlo derramando Su sangre en  la cruz del Calvario.  

Ahora veremos el pasaje donde JACOB obtiene  la bendición de su padre. 

Génesis 27:19 relata: Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas.

la madre le aconsejó que se vistiera como Esaú porque éste ya le había vendido la primogenitura. Entonces Jacob hizo lo posible por obtener lo que ya le pertenecía y más aún, evitó decirle a Isaac, su padre, que el hijo que tanto amaba lo había despreciado al cambiar la bendición por comida. Jacob podría haberlo hecho pero cerró sus labios. 

Algunas interpretaciones dice que Esaú fue realmente el engañador o quien desprecio las bendiciones de su padre. Jacob solo fue el suplente que tomó lo que el otro había despreciado. La Biblia nos cuenta que Jacob apreciaba tanto la bendición que incluso luchó con un ángel para obtenerla. Fue herido pero bendito. Imítalo y aprecia todo lo que Dios anhela darte. Desecha el espíritu de Esaú que te hace menospreciar el pacto que tienes con el Señor. 

Génesis 27:34 continúa: Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío. 

Nunca menosprecies. Hay muchas bendiciones para ti. Tu trabajo, matrimonio y familia lo son. La Palabra dice que la mujer es corona para el hombre.  Incluso tu cónyuge te ha sido dado por Dios, así que dale el valor que tiene y edifica tu vida de pareja.  Quien menosprecia va camino al pecado de Esaú, se queda sin bendición y abre paso a la amargura. Muchos viven amargados, pero este sentimiento es consecuencia de los errores que han cometido. Si pierdes tu casa por hipotecarla o si te peleas con el familiar que te prestó dinero, la culpa es tuya por confiar en los pactos del mundo y despreciar el pacto con Dios. 

Génesis 27: 35-37 cuenta el encuentro entre Isaac y Esaú: Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?  Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? 

Isaac se entera de todo porque Esaú se lamenta de lo que hizo y culpa a Jacob de sus errores. La primogenitura y bendición eran suyas y las menospreció, entonces llama mentiroso a su hermano. Difamar a otros es fácil, pero recuerda que las faltas traen consecuencias a tu vida.  

Génesis 27: 41 continúa: Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.

Génesis 28: 3 habla de la nueva bendición de Isaac: Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos.

Al final, Esaú amenazó a Jacob de muerte y este tuvo que huir sin nada, aún siendo el heredero. Pero antes, su padre Isaac lo bendice de nuevo, ahora con plena conciencia de su identidad como el hijo menor, entregándole la mayor de las bendiciones, la FE de Abraham. 


Mensaje Predicado por el Apóstol Eduardo Licett.