"Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”. Romanos 13.7
¿Qué
es honra?
En
griego, es el verbo “timao”, que significa tener una actitud de
honra hacia alguien; tenerle una gran estima, considerarlo preciado,
con gran valor.
La
honra expresada con palabras y sin hechos, no es honra. La honra es
una elección voluntaria que nace del corazón. Si es impuesta
tampoco es honra (Isaías 29.13).
A
través de toda la Escritura, existe mucha evidencia de que la honra
no solamente es de labios, sino que debe ir acompañada de riquezas,
oro, plata y bienes materiales.
En
el Antiguo Testamento, Dios demanda su honra pidiendo los diezmos y
las ofrendas (Malaquías 1.6). En el Nuevo Testamento, Pablo nos
manda a honrar a los ministerios y a las viudas con dinero (1 Timoteo
5.3; 1 Timoteo 5.17).
¿A
quiénes debemos mostrar la honra primordialmente?
1.
A nuestro Padre celestial
“El
hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre,
¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor?
dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que
menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu
nombre? 7En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo…”. Malaquías
1.6
Algunos
principios de la honra hacia nuestro Padre celestial son:
Todo
lo que Dios está buscando es un pueblo apasionado por honrarlo.
La
obediencia hecha con el deseo de agradar al Padre es de mayor calidad
que la hecha por necesidad o para evitar las consecuencias del
castigo de Dios.
Nuestra
obediencia a Dios, en medio de crisis, extiende gran honor a Dios.
El
buen hijo está dispuesto a pagar un alto precio por dar honra al
Padre.
La
falta de interés por los asuntos del Padre es deshonra.
Luchar
y pagar el precio de llevar a cabo su propósito en nuestra vida, es
una forma de honrar a Dios, nuestro Padre. El honor es la garantía
que mantiene encendida la llama del amor en nuestra relación con el
Padre celestial.
2.
A nuestro padre espiritual
Un
padre espiritual es uno que invierte su vida, dones, habilidades,
dinero y recursos para sacar a un hijo del abandono y conducirlo al
crecimiento espiritual; además, le da identidad, lo endosa y lo
lleva a encontrar su propósito en Dios.
Es
la persona que Dios usa como fuente para darnos los recursos
necesarios para crecer.
Es
aquel que, continuamente, nos enseña los caminos de Dios; es la
persona que Dios usa para alimentarnos y dar vida continua a nuestro
espíritu.
En
la Biblia, este último se conoce como el alfolí.
Por
eso, el diezmo personal de un pastor o ministro debe ser para su
padre espiritual o cobertura. El diezmo siempre debe ser dado hacia
una autoridad mayor (Hebreos 7.1, 2).
El
aceite (la unción) fluye siempre de arriba hacia abajo.
Si
el hijo no diezma directamente a su padre espiritual o cobertura, no
hace la conexión en el espíritu para recibir la unción que hay
sobre su padre.
La
honra al padre que se expresa a través de los bienes naturales, es
uno de los factores que produce que el hijo reciba la misma bendición
y unción del padre (Salmos 133.1-3).
3.
Nuestro padre natural o terrenal
“Honra
a tu padre y a tu madre,
que es el primer mandamiento con promesa…”. Efesios 6.2
La
honra a nuestro padre natural no depende de lo bueno o malo que haya
sido; es un mandamiento de Dios, el cual trae maldición cuando lo
desobedecemos, y al mismo tiempo, trae bendición cuando lo
obedecemos.
La
honra que se expresa a través del dinero, no depende de que nuestro
padre natural o espiritual tiene o no muchos recursos, pues, de todas
maneras, tenemos que honrarlos de esa manera.