Contemplando
la gloria de Dios 2da
Cor 3:18 - 4:18
Dios permitió que Moisés viera Su gloria para que el fuera
cambiado por ella. Y lo mismo se aplica a nosotros hoy. ¡Dios nos revela Su
gloria para que, al verla, seamos cambiados en Su propia imagen!
Hoy, Jesucristo es la imagen explícita de quien Dios es. Cuando
nuestro Señor se hizo carne, fue una revelación plena de la misericordia,
gracia, bondad y disposición a perdonar del Padre celestial. Dios envolvió toda
su naturaleza y carácter en Jesús, y cualquier revelación de Su gloria es para
cambiarnos y hacer de nosotros una expresión de Cristo.
El apóstol Pablo entendió muy bien el propósito y efecto de ver la
gloria de Dios. Él la vio como poder para cambiar a aquel que la contempla,
para revolucionar la vida de todo seguidor de Cristo. “Por tanto, nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor” (2 Corintios 3:18).
Pablo nos dice, "Una vez que recibas esta revelación de la
gloria de Dios, de su amor, misericordia, gracia, paciencia y disposición a
perdonar, el Espíritu Santo abrirá tus ojos continuamente para que aprecies más
de estos aspectos de Su naturaleza y carácter. ¡Tendrás una revelación de Dios
siempre en aumento, en la forma en que Él quiere ser conocido por ti!"
Entonces Pablo dice en un tono mucho más fuerte: “Que el Dios de
nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de
revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y
cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios
1:17-18).
Amado, Dios nos quiere decir, “Moisés entendió mi gloria, y ahora
quiero que tú la entiendas. Quiero abrir tus ojos por mi Espíritu para
mostrarte quien soy. No soy tan sólo un Dios de ira y juicio. ¡Mi naturaleza es
amor!”
“Para
que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda
la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).
REFLEJANDO LA GLORIA
DE DIOS EN SU PUEBLO
TEXTO: 2 Corintios 3.18
INTRODUCCIÓN: Somos llamados a reflejar la gloria de Dios, adorar con todo lo que
somos. El pueblo de Dios es llamado a reflejar la hermosura, gloria y amor en
nuestros corazones.
Sabes que tú que eres el reflejo de la Gloria de Dios? Eso es lo que
significa: ser creados a su imagen. Él se muestra a otras personas a través de
ti. El mundo podrá sentir amor, bondad, paciencia y experimentan el carácter de
Dios a través de ti.
DESARROLLO: Sabes que fuiste creado y creada para tener una comunión y
compañerismo con Dios? "Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la
comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor"
La característica más sobresaliente de un cristiano está abierto a la
franqueza ante Dios que le permite convertir su vida "en espejo" para
otras personas. Cuando el Espíritu Santo nos llena, somos transformados y,
cuando contemplamos la gloria del Señor, nos volvemos espejos. Siempre puedes
saber cuándo una persona ha estado contemplando la gloria divina, porque
sientes en lo más íntimo de tu espíritu que refleja el carácter propio del
Señor Jesucristo.
Para ser llenos de la presencia de Dios y ver su gloria debemos dedicar
un tiempo a la meditación de su palabra y la adoración genuina….Cuando te paras
frente al espejo, lo primero que ves, es tu rostro, y cuidas que no tenga
ninguna mancha, que no tenga arrugas, que no haya imperfecciones en tu rostro,
y quieres ver la diferencia cada día más. Así mismo debemos ser diferentes ante
el mundo, debemos reflejar la belleza interior y exterior en nosotros, pero con
la belleza de nuestro Señor Jesucristo….Lo más importante es que tienes que
obtener la belleza interior de Dios, Sin ÉL no somos nada en este mundo, Debemos
ser reflejos de Dios para el mundo.
Moisés le dijo al Señor “te ruego que me muestres tu gloria” Éxodo
33:18
Conocer la gloria de
Dios es una necesidad en todo creyente que desea ser guiado por el Espíritu
Santo, no se puede llegar a la plenitud de la vida cristiana sin esta
incomparable experiencia.
Moisés lo sabía. Se maravilló de los milagros de Dios, pero él esperaba
algo más grande que ellos. Tuvo satisfacción de la presencia de Dios que lo
guiaba a través de una columna de nube en el día y de fuego en la noche, pero
él deseo de él fue más allá, quería sumergirse en la gloria de
Dios… HoyLa gloria de Dios es la promesa consumada en el
sacrificio de Jesús, no es algo reservado para cierto tipo de personas, esta es
una bendición para todos aquellos que le buscan, le anhelan y han sido lavados
con la sangre preciosa del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
No está en los gritos, ni en el que habla más en lenguas, ni en el que
mejor canta, (todo esto es bueno, pero deberá estar saturado con la misma
gloria del Espíritu Santo, si de esta gloria dejas llenar tu vida desde ya
vivirás en un paraíso de gloria…
La gloria de Dios se conoce en un plano personal. En un encuentro
íntimo con El. Porque nuestro Dios es galardonador de aquellos que le buscan.
Moisés conocía los milagros y el poder de Dios. Tenía la certeza de su
Presencia, pero pidió algo más. La maravilla de este caminar, es que siempre
hay algo más.
Dios nos tomó para reflejar su gloria y ser transformados a Su semejanza
con más y más de su gloria por el Espíritu del Señor. Cuando quieras ver la
gloria de Dios tan sólo mírate al espejo y pregúntate: ¿está la gloria de Dios
en mí, o no?. Porque si tienes la naturaleza de Dios en ti,
lo que debería verse en ti es la gloria de Dios. Moisés reflejaba la gloria de
Dios después de haber estado en Su presencia (Éxodo 33: 35). La presencia de
Dios debe reflejarse en ti, entonces lo que debe reflejarse es la gloria de esa
Presencia. Cuando entendamos esto, vamos a desear ardientemente vivir en Santidad
y no empañarla gloria de Dios.
La presencia de Dios es lo más hermoso, es lo más bello que yo puedo
experimentar;- Y tú debes desear esto también-
A Moisés le costó
Conocer la Gloria de Dios, estuvo en la presencia de Dios 40 días en el Monte
Sinaí, fuera de su entorno, fuera de su casa, de su comodidad. Es una intimidad
con Dios. Una dependencia total, una disposición a Él.
Necesitamos conocer la
gloria de Dios en nuestra intimidad con Él, y esta no lo recibirás por tus propias
opiniones, no se conoce en un instante. Existen dos requisitos fundamentales
para conocerlo:
Debemos tener el anhelo ardiente por conocerle y estar dispuesto a su
voluntad…
Mi decisión y mi
voluntad en un solo propósito, agradar a Dios, vivir para Él y morir por y para
Él. Anhelar su gloria es alejarme del pecado.
Si hay en ti un anhelo ferviente de conocerlo a Él. Pero si vives en
pecado, no puedes llegar a conocer su Gloria.
Para esto, Dios requiere gente dispuesta a agradarle a Él. Personas guiando
a otras al camino de la santidad. No al emocionalismo o a lo espectacular. Que
haya personas que vivan en integridad con Dios y no en falacias con
ellos mismos.
La gloria de Dios sugiere Su grandeza, Su poder, majestad, esplendor,
santidad y mucho más. En el mejor de los casos se puede ver solo una “la semejanza de la gloria
de Jehová”
También la gloria de
Dios se refiere a la visible presencia de Dios entre su pueblo, llamada a veces
la gloria: “Shekinah” por los rabinos posteriores. Ahora bien, “Shekinah” es una palabra hebrea
que significa “morada [de Dios], empleada para describir una visible
manifestación de la presencia y la gloria de Dios.
Cuando los israelitas iban camino en el desierto, Dios los guiaba de día en
una columna de nube y de noche en una columna de fuego. Moisés vio la gloria de
Dios en la columna de nube y de fuego.
En Éxodo 24. 16-17 Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la
nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la
nube. Y la apariencia de la gloria de Jehová era como un fuego abrasador en la
cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel.
En el rostro de Moisés resplandecía la gloria de Dios
La gloria de Dios quiere derramarse en nuestros corazones. Una razón por la que
Jesucristo vino al mundo fue para llenar a los creyentes de gloria.
Salomón tuvo el privilegio y la enorme responsabilidad de construir la casa
a Jehová. El sueño había comenzado con David su padre, pero se llevó a cabo
durante su reinado porque Dios lo dispuso así. La intención de David era buena,
pero los tiempos de Dios no son siempre nuestros tiempos y Él quería que su
hijo sea el encargado de construirle su casa. Salomón pidió sabiduría divina y
gracias a ello pudo realizar una de las obras más grandes de la época. Es que
la tarea no era nada sencilla porque Salomón debía construirle al Dios creador
una casa en la cual pudiera habitar. El en su sabiduría clama a Dios y reconoce
que no son dignos de su visitación. Dios pudiendo habitar en cualquier lugar
del universo se dignó a habitar en una casa construida por hombres, y por eso
Salomón quería que esa casa realmente refleje la gloria de Dios, que fuera un
espejo para el mundo entero su grandeza. Él prometió habitar entre su pueblo
escogido con la condición de que ellos guarden su pacto y anden en su camino.
Dios demanda que su pueblo obedezca sus mandamientos para poder manifestarse en
medio de ellos. El gran templo que construyo Salomón durante un periodo de siete
años no iba a servir de nada si Su pueblo no lo seguía, porque Dios habita en
medio de la obediencia de su gente y demanda que guardemos Su palabra.
David conocía muy bien la importancia de la obediencia a Dios y lo
manifiesta a través de varios Salmos declarando cuanto ama Su Ley y se deleita
en obedecerla. David amaba estar en la presencia de Dios y sabía que la única
manera de estarlo era a través de la obediencia. Nada le daba mayor
satisfacción al Rey que estar con Dios y por lo tanto disfrutaba de guardar Su
palabra. La Ley de Dios no era una carga para David, sino que amaba cumplirla
porque sabía que el guardar sus estatutos traía bendición y una relación única
con Dios. Sus ordenanzas están para nuestro beneficio y no para ser una carga
para nosotros. Él quiere darnos lo mejor y como todo buen padre nos pone reglas
para que no salgamos lastimados. Él quiere lo mejor para nosotros y sabe que es
lo que nos conviene mejor que nadie. Salomón aprendió mucho de su padre David,
y Dios le prometió bendecir si guardaba sus mandamientos. Dios se agrada en
venir a habitar en medio de nosotros, el único requisito es buscarlo y guardar
Su palabra. La gloria de Dios no lleno el Templo una vez que fue construido,
sino que lleno el Templo cuando Salomón se inclinó, adoro, y clamó a Dios para
que venga a habitar entre ellos. Dios llega cuando lo buscamos y le abrimos la
puerta a nuestro corazón. Los cielos y la tierra cuentan la gloria de Dios,
pero aun así Él se digna a venir y habitar en medio de nosotros para que
también reflejemos Su gloria a través de nuestras vidas.
La Biblia nos enseña que el joven Samuel trajo la presencia de Dios de
nuevo a Silo (1 Samuel 3:21). La vida de una persona atrayendo la obra
magnifica de Dios a un pueblo que estaba alejado de Él. Si se pudo hacer en ese
tiempo hoy también se puede lograr. Dios es el mismo de ayer, de hoy y por los
siglos, Él no cambia, permanece para siempre y donde está una vida consagrada a
Él no tardara en manifestarse.
Como cristiano puedes
guiar a otros a la presencia de Dios, al lugar de adoración.
(Ezequiel 10:4) “Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del
querubín al umbral de la puerta; y la casa fue llena de la nube, y el atrio se
llenó del resplandor de la gloria de Jehová.”
La gloria de Dios dejo el lugar de adoración porque la gente vivía en
pecado… Traían adoración, celebraban la victoria. Pero en su intimidad
agradaban a su carne y buscaban sus placeres. En un lugar así no puede habitar
ni darse a conocer la Gloria de Dios. El Padre busca adoradores en espíritu y
en verdad. Abarca todo lo que soy el adorar en el espíritu y en cuerpo.
Ezequiel 8:12 nos enseña que Dios no ignora lo que pasa en nuestra
intimidad sea agradable a Él o no. Dios no puede ser engañado y no pasa por
alto nuestros actos.
Sabemos que hoy Dios no habita en medio de una casa o un Templo, sino en
nuestros corazones. Nosotros somos los
encargados de reflejar la gloria de Dios a aquellos que aún no lo conocen.
Así como la magnífica construcción del Templo que hizo Salomón sirvió para que
los demás pueblos vean la gloria de Dios, nosotros también debemos esforzarnos
en reflejar esa gloria al dejarnos moldear y formar por Él. Dios quiere hacer
una obra maestra con nuestras vidas y el único impedimento para que no lo logre
somos nosotros mismos. Si nos ponemos en las manos de Dios y dejamos que Él
haga su trabajo en nosotros, entonces vamos a ser espejos de su gloria. Dios
nos creó al hombre a su imagen y semejanza, pero por el pecado de la
desobediencia deformado y alejado del propósito por el cual fuimos creados. En
vez de ser luz muchas veces son piedras de tropiezo para otros porque se alejan
de nuestro Creador y comienzan a intentar construir sus propias vidas. No nos
olvidemos de nuestro lugar en este mundo. Jesús pagó el precio por nuestro
pecado, Él nos compró con su sangre preciosa y por lo tanto somos suyos. Debemos dejarnos moldear y formar
completamente por nuestro Creador para poder cumplir con Él, el propósito por
el cual fuimos creados: reflejar la gloria de Dios. La construcción del Templo
duró 7 años, la obra que Dios quiere hacer en nuestros corazones es un proceso
continuo de renuevo por lo que Él va a trabajar en nosotros, durante toda
nuestra vida perfeccionándonos cada día hasta ser como Cristo.
CONCLUSIÓN: La grandeza del poder de Dios se revela cuando Dios golpea vasijas y libera
su dulce fragancia del Evangelio. Nuestra gloria es para contener a Dios. No seas vasija rota. El tesoro, el poder y la gloria son de Dios.
Deja que Dios te muestre su gloria para que vivas en intimidad con Él. No
hay otro lugar, no hay otro momento. Él te está esperando y ha reservado un
monte (elevación, cúspide) para ti. Un lugar de encuentro. Hoy es el tiempo. No son los años que has estado en la
iglesia... Es en tu intimidad con Él donde descubres las grandezas que Dios
tiene para ti.
Si quieres ver la gloria de Dios, es tiempo que te acerques y renueves tu
vida, deja que ÉL haga la obra en ti. Deja que el Señor Jesucristo renueve tu
vida.
Yo quiero que la gloria de Dios se refleje cada día en mí. Yo quiero
sentirlo cada día, quiero sentir su presencia. Quiero que la presencia de Dios
nunca me falte y que su Espíritu sea mi fortaleza.
Yo quiero ser la
diferencia, somos llamados a reflejar la gloria de Dios, quiero reflejar tu
hermosura oh Jehová, que tu amor este en mi vida cada día Señor.... ¡ ¡ ¡ ¡ ¡ ¡
¡ ¿ ? ! ! ! ! ! ! !